Un revulsivo eficaz contra el confinamiento

A estas alturas, cuando la pandemia ya ha celebrado, desgraciadamente, su primer aniversario, mucho hemos hablado de las reacciones de las personas que la sufren. Los primeros meses fueron como el golpe que noquea nuestras costumbres y hábitos: dejar de salir a la calle, de comunicarnos presencialmente y mantener sólo contactos telefónicos con la familia, con las amistades y recluirnos en casa digiriendo horas de televisión, lectura y un creciente aburrimiento para quienes no han hallado “motivos” con los que ocupar tantas horas de ocio. Después, al paso de los meses, hemos ido reaccionando a esta situación que ha propiciado que hayamos ganado peso, que nuestra musculatura se haya atrofiado un poco y que nuestra mente se haya un tanto “adormecido”.

Llegó un momento en que era necesaria una reacción. Aquella situación, aquel estado de inacción, tenía que superarse. Había que ganar la batalla al virus del que veíamos que sus efectos no iban a desaparecer en unas semanas, ni en unos meses. Las noticias sanitarias que nos iban llegando argumentaban esta intuición: el COVID ha llegado para quedarse. Convencer a la sociedad de la necesidad de tomar todas las precauciones posibles, una guerra. La iniciativa de las farmacéuticas en busca de una vacuna que contrarrestara al virus se inició y al cabo de unos meses, muchos para todos, éstas han llegado a la ciudadanía y en esta campaña estamos.

Y mientras…

Las entidades dedicadas al colectivo de personas con déficit físico o intelectual también fueron reaccionando y fueron estableciendo, dentro de sus posibilidades, los recursos necesarios y adecuados a la situación de aislamiento para ayudar a las personas que de ellos dependían, buscando caminos hacia una “normalidad”, aunque ésta no fuera la ideal. Pero algo había que hacer. Se trataba de buscar la forma de mantener activa la mente, el interés y ocupar así unos espacios de tiempo “inútiles” con el fin de recuperar el ánimo de todos.

Cada entidad fue organizando sus espacios, sus horarios, sus actividades de acuerdo con las normativas de sanidad y, como no, AUXILIA también lo hizo. Excluidas las actividades presenciales, como lo son las de Tiempo Libre, era necesario fomentar el máximo contacto “virtual” entre sus miembros. Y así fue como se organizaron las reuniones telemáticas colectivas vía Zoom, Skype o Meet en las que el objeto de la reunión era secundario y el hecho de “verse” y “comunicarse verbalmente” pasaba a primer término.

Con este motivo se organizaron “lecturas teatralizadas” en las que los propios usuarios eran los protagonistas de la obra; encuentros de usuarios con escolares en los que la música era el motivo principal; los Concursos programados online  sobre cuestionarios a los que había que responder tras una investigación  personal apoyada por internet: de redactado imaginativo como el de Reyes; de manipulación como el de Collage; de ilustración como el de Mandalas; de Poesía para los amantes de las mismas; de Dibujo para los artistas; de Fotografía, etc.

Con el paso de los meses la comunicación interactiva ha ganado peso y la mayoría de personas han buscado y encontrado una ventana abierta a su aislamiento. Los centros residenciales de personas con necesidad de asistencia también se han sumado a esta campaña y han programado sus sesiones. Y la Enseñanza a Distancia ha potenciado exponencialmente las relaciones virtuales entre el alumnado y el profesorado incrementando los contactos de estudio a través de las pactadas video – conferencias. Una forma espléndida de mejorar tanto la enseñanza como la relación personal.

Si algo positivo ha traído esta pandemia en el mundo de la comunicación, ha sido la potenciación de las relaciones virtuales a distancia y el revulsivo más eficaz contra el aislamiento.